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viernes, 21 de marzo de 2014

¿Quién quiere ser empresario?

La mala imagen social del empresariado en Argentina, contrasta con el alto nivel de emprendedorismo en el país.

La mala imagen social del empresario argentino.
Con la aclaración de que "Imagen de la empresa NO es la imagen de los empresarios", nos preguntamos:
¿De qué manera la sociedad valora el aporte del empresario?
¿Cómo es esa valoración según las distintas culturas?
¿Cómo impactan las crisis económicas en la imagen social de los empresarios?

En algunos países como USA (donde 4 de cada 10 estudiantes universitarios quiere fundar su propia empresa al egresar)  o en Europa central , la comunidad le asigna un rol fundamental a la labor social del empresario como motor de la economía, y la generación de empleo.

Sin embargo, en un trabajo de hace unos años presentado por el prestigioso IDEA (instituto para el desarrollo empresarial argentino) se mostraba que los empresarios argentinos cuentan a nivel social con una imagen positiva baja (20 puntos).
Apenas la mitad del valor alcanzado por los medios periodísticos, o la Iglesia (los mejor posicionados), pero bastante mejor que los políticos, la justicia, o los sindicalistas (al final de la tabla con apenas un dígito).
Si a esto le sumamos que solo un 10% de los encuestados valoran como alto el aporte de las empresas al crecimiento del País, convengamos que la situación no es la mejor.

Una breve encuesta realizada, adjudica causas muy disímiles a esta realidad:
Algunos perciben al empresario nacional como despreocupado por la calidad de sus productos o servicios, con el único objetivo de hacer dinero (la mayor cantidad posible en el menor tiempo posible).
Otras opiniones, afirman que, en parte, esta mala imagen es generada por los gobiernos de turno, buscando "chivos expiatorios" a sus fracasos en materia económica.

Como ejemplo, segun datos del año 2010 (plena crisis española) mostraban que el 62% de los españoles tenían una muy mala imagen de sus propios empresarios.

En contraposición.
Con el nivel de reprobación social comentado, lo lógico sería pensar que, en Argentina, solo un mínimo porcentaje de personas querría convertirse en empresario.
Sin embargo, segun el Global Entrepreneurship Monitor, un organismo internacional que desde hace 15 años analiza la relación entre emprendedorismo y el crecimiento económico de un país, en Argentina hay 4,5 millones de emprendedores.
Cifras sobre Emprendedorismo en Argentina. Fuente GEM.

Datos que posicionan al emprendedorismo en Argentina entre los primeros 5 países del mundo.
La tasa de actividad emprendedora temprana (TEA) es del 15,9% de la población.
Si sumamos el 9,6% de tasa de empresas consolidadas (> 10 años de antigüedad) representa una actividad emprendedora cercana al 30%.
Es decir que, un alto porcentaje de la población económicamente activa busca afanosamente crear su propio negocio, liderar su empresa, o desarrollar una actividad independiente, con todos los riesgos que ello implica.
En otras palabras, quieren convertirse en empresarios.

Datos estadísticos del Ministerio de Industria, refuerzan estas conclusiones:
En Argentina, las PYMES representan el 99% del total de empresas, pero generan el 30% del empleo y explican el 45% de la facturación.
Además, casi el 40% de estas empresas se creó en la última década, lo que refuerza el alto nivel de emprendedorismo.

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Las Pymes en Argentina. Fuente: Ministerio de Industria.

Nuestra cultura
Hasta hace un par de décadas atrás, cuando se hablaba de empleo, en Argentina (y en muchos otros países latinos), las personas priorizaban la "seguridad" del empleo público, y escapaban de lo "inestable" del empleo privado.
Ni que hablar de montar un negocio propio, invirtiendo capital a riesgo.
Afortunadamente, esto ha ido cambiando, valorando al sector privado como fuente de financiamiento de lo público.

Entonces, ¿se es empresario por vocación o por necesidad?
Aunque muchos emprendimientos nacieron en forma forzosa, muchos otros han sido generados por elección de sus fundadores.
Y, si bien nuestra cultura apuntaba a la supuesta "seguridad" del empleo público, y la sociedad tiene una mala imagen de sus empresarios, un alto porcentaje quiere llegar a serlo.
Conclusión (con una sonrisa): Los humanos somos monos locos (y en especial por estos lares).

Hasta la próxima nota.